martes, 28 de abril de 2020

Armonía

Un tenue haz de luz atraviesa la pulpa negra de la tierra que me ciñe, menguada, a duras penas me alcanza.
Oracular, este delgado dedo descubre el devenir del mundo condensado en este estrecho pedazo de tierra al que vine a recogerme. Se aglomeran los recuerdos del futuro.

El moribundo rayo de luz descorre el telón fúnebre de oscuridad para mostrar una lluvia de sangre incesante, las lágrimas que regarán los muchos caminos. Trae a la agonía de mis oídos un rugir de negruzcos relámpagos metálicos, el desencajo de inconsolables alaridos. Las penurias que ha de pasar esta tierra enlutada, cimentada en un montón de cadáveres que son lo que nunca fueron...también viene a este agujero consumido de sombras un clamor sin cuerpo que me llama.

Historias de hombres y mujeres que arderán en este desvaído azul resplandor.

Profetiza también entre este juego refulgente, lo que será de mí. La luz irrumpe en la oscuridad con necia profusión, y por vez única veo mi porvenir y el de ese hombre cuyo nombre prometí nunca olvidar y ya no recuerdo. Ilumina, por primera vez, su mirada con un tenebroso y maledicente fulgor.

Poco a poco las revelaciones van cesando. Los lóbregos torrentes van apagando las argentas llamas. Los haz de luz se van reduciendo a pequeñas luciérnagas azules. Duele.
Siento como se extinguen las luces de mi vida en esta oscuridad. Lentamente me vuelvo uno con la nada convirtiéndome en todo.
El peso del cielo recostado en mi cuerpo anuncia que me he vuelto las montañas que rodean este pedazo agreste del mundo. Retorno a los ríos, me transformo en un dulce rumor de agua. Mi cuerpo se transmuta en la tierra que hombres y mujeres han de pisar hasta el final de los días.
Este sueño antiguo que he sorbido del vientre de la madre tierra despertó con los dolores de mi alma.

Escucho el cascabeleo de las hojas por todos lados. Imagino la eternidad y escucho la voz de sus recuerdos. Errabundo, el aplauso de la vida resuena en la oscuridad como si celebrara algo; Llueve. Volveré como la lluvia, y de nuevo ascenderé al cielo y me precipitaré por siempre. Ya no existo. Al fin me doy cuenta.
Yo, que cuando estaba vivo caminaba por el sendero de la verdad protegiendo a mis semejantes, en esta última hora me encojo de arrepiento al contemplar mi destino absoluto.
De nuevo escuché el tañido de esas campanas como en aquel entonces, pero antes mi corazón se aceleró, ahora lo llena una honda tristeza: un hermoso y triste sonido desgarra mi corazón.
Al fin lo entiendo, la luz fue el mensajero de mi fin. 
Se me escabulle el alma en diminutas perlas luminosas.
Mis ojos contemplan la agonizante luz. 
Me envuelve la oscuridad entre sus increados brazos llenos de paz

2 comentarios:

  1. "Al fin lo entiendo, la luz fue el mensajero de mi fin.
    Se me escabulle el alma en diminutas perlas luminosas." Me gustó mucho esa parte. Muy buen texto!

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  2. Wow! Me encantó, tuve que leerlo 2 veces porque no lo comprendía, pero está genial. Me gustó la parte que dice "lentamente me vuelvo uno con la nada, convirtiéndome en todo"

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